"
Un día, al despertar, Lina y yo nos levantamos
sobre una cama de pétalos de cempaxúchitl; había alrededor de nosotros tres
costales de algodón, comida y un par de zapatos de piedra. Mi mamá de nuevo nos
había mandado una ofrenda y justo en momento indicado, ya que tendríamos que
forrarnos el cuerpo de algodón para lo que venía."